Hay historias que son mucho más que ciencia-ficción. Historias que muestran desde un punto de vista crítico y severo lo que la humanidad es, o lo que podría llegar a ser. Son libros como Un mundo feliz, Fahrenheit 451 o 1984.
Hola América es uno de estos libros críticos, lleno de ideas polémicas sobre los EE.UU. y el mundo consumista y parasitario que nos ha tocado en suerte. Un futuro posible en el que los recursos de petróleo y gas natural acaban consumiéndose sin que otros tipos de energía sean capaces de tomar el relevo, lo que provoca que el mundo tal y como lo conocemos cambie bruscamente. El libro no desarrolla este posible futuro al azar, más bien todo lo contrario, ya que esta novela fue escrita apenas unos años después de la primera crisis del petróleo de los años 70.
La novela se sitúa casi un siglo después de la crisis energética (la cual, según descubriremos, provocó el abandono y la desertización de la práctica totalidad de los EE.UU.) y nos presenta una expedición científica dispuesta a desentrañar los misterios que aún guarda el legendario continente. Una expedición donde nos encontramos con un polizón, Wayne (nombre que tampoco tiene nada de azaroso), a través de cuyos ojos (a veces incluso a través de sus diarios) descubriremos los secretos y los nuevos pobladores de esta América abandonada a su suerte.
La historia avanza a un ritmo ágil, centrándose en los primeros capítulos en una descripción del mundo y de la psicología de los miembros de la expedición. Luego, según vayamos conociendo a los personajes principales, podremos disfrutar del viaje y la descripción de esa América desolada y llena de ciudades desiertas, abandonadas de forma histérica. Será un avance hacia el oeste, descubriendo un nuevo mundo de igual modo que los pioneros lo hicieran siglos atrás, durante el cual conoceremos lo que América representa para los miembros de la expedición.
Es hacia la mitad del libro cuando la historia deja de ser una mera aventura (muy adictiva, eso sí), y comienza a desarrollar realmente a los personajes y las situaciones, sin dejar nunca de lado la trama. La novela resulta en esta segunda parte una crítica hacia el armamento nuclear, el imperialismo, la corrupción del poder, y el absurdo de la guerra. Pone de manifiesto el sueño americano: la libertad, las nuevas oportunidades, una vida mejor; pero también la pesadilla americana: la paranoia, la guerra nuclear, el exterminio de las poblaciones indígenas...
Ballard juega con el lector en toda ocasión, dejando numerosos cabos sueltos que retoma eficazmente hacia el final de la novela, creando un desenlace que mezcla la alegría de redescubrir ese sueño americano, pero también la incertidumbre de esa América de pesadilla. El resultado es una novela crítica, adictiva, y que posiblemente no deje a nadie indiferente.
Debo de reconocer, para finalizar, que J.G. Ballard me ha dejado bastante sorprendido con esta novela. No me esperaba disfrutar tanto con este autor, cuya calidad ya se ha visto respaldada por directores de cine como David Cronemberg (que adaptó su novela Crash) y Steven Spielberg (que hizo lo propio con El imperio del sol). En definitiva, novelas como ésta son las que enganchan para siempre a un lector a la ciencia ficción.
Jose Joaquín Rodríguez
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