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Mystes
Mystes
Víctor Conde
Col. Kronos
Minotauro, 2004

Aquí está. Por fin lo tenemos. Éste es el escritor que necesitaba la ciencia-ficción española. Los últimos años han provisto a la literatura fantástica española de un buen número de excelentes autores, capaces de competir con cualquier anglosajón. Nombres que no necesito mencionar porque están en las estanterías de todos o deberían estarlo. Y sin embargo faltaba la chispa, el escritor sin complejos, capaz de enfrentarse el género sin preocuparle lo más mínimo el qué dirán y dándole una dignidad que sobrepase las fronteras de la ciencia-ficción.

Y ese escritor es Victor Conde. Si la apuesta de su primera novela, El tercer nombre del Emperador, ya era suficientemente alta, si las dos novelas de la serie Piscis eran una orgía de color y acción que daría envidia a cualquier escritor de la edad de oro americana, su última novela, finalista del premio Minotauro, es, posiblemente, la mejor novela de ciencia-ficción española de los últimos diez años, lo que quizá equivale a decir de la historia. ¿Exagero?

Mystes es la historia de un personaje que ha de resolver un enigma que propone una esfinge que recuerda a la del mito clásico. Para ello hace construir un pueblo en un valle olvidado y pone manos a la obra. Al final el enigma se resuelve y algo sucede. Un argumento que, como se ha recordado, en esencia es el mismo de Cien años de soledad. Y es verdad que Mystes tiene mucho que ver con la obra cumbre de García Marquez: el mismo barroquismo que sin embargo no empaña la acción, la misma mezcla de lo surrealista y lo extremadamente real, idéntica mitificación de la realidad cotidiana, parecida actitud de los personajes, la misma hermosa irregularidad de lo narrado...

Pero la estrategia de Víctor Conde lo aleja de toda la pléyade de escritores de fantasía fronteriza, cercana a la literatura general y que pueden ser asumidos por ésta sin problemas. Víctor Conde tiene madera para convertirse en el escritor que saque a la ciencia-ficción española del guetto y la exporte a otros países. Y ello es porque no renuncia al género, porque lo asume y traspasa y revienta sin engañar, sin diluirlo en agüillas más fáciles, más llevaderas. Esta estrategia puede resultar a corto plazo perniciosa: véase que la novela ha resultado sólo finalista del Minotauro cuando, a mi juicio, merecía más. A largo plazo, sin embargo, Víctor Conde está destinado a ser el escritor español de ciencia-ficción por antonomasia. Claro está, si conserva la cabeza lúcida, si mantiene la humildad con respecto al texto que a veces falta en los escritores españoles, si sigue siendo tan ambicioso en sus planteamientos como hasta ahora.

¿Defectos? Claro que Mystes tiene defectos. El brillante lenguaje y las inauditas metáforas pueden llegar a cansar a la larga. La voluntaria ininteligibilidad de ciertas escenas las hace demasiado herméticas. Nos gustaría haber sabido más de los habitantes del pueblo, los personajes son a veces demasiado esquemáticos. El final va a despistar a los lectores menos atentos. Y sin embargo...

Y sin embargo estos defectos no hacen más que realzar la belleza del conjunto como un lunar en el rostro de Melibea. Mystes es un clásico ya, nada más publicarse. Y su autor, el futuro de la ciencia-ficción en castellano. Y si no, al tiempo.

José María Faraldo

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