Las
consecuencias del neocapitalismo, la invasión de la publicidad, Internet al
alcance de todos, el terrorismo internacional y muchas más circunstancias del
mundo que nos ha tocado vivir han hecho que el ciberpunk perdiese rápido su
componente futurista y ganase más validez si cabe como metáfora de nuestro
entorno. Ya desde Neuromante William
Gibson perseguía actualizar la literatura de Raymond Chandler. Teniendo en
cuenta lo antedicho, podremos deducir que si Mundo espejo no es novela negra, al menos sí que se acerca bastante.
En
esta novela, Cayce, cazadora de tendencias que trabaja para una poderosa empresa
de marketing, sigue con obsesión una serie de imágenes que aparecen y
desaparecen de la Red, conocidas popularmente en foros de discusión como "el
metraje". Obsesionada por esas anónimas imágenes se adentrará en toda suerte
de guetos y ambientes, sin saber si está siendo víctima de un complot entre
grandes empresas destinado a un cambio de imagen corporativa, si está
presenciando la obra de un artista conceptual o si simplemente ve una sucesión
aleatoria de imágenes captadas por aficionados.
Como
es habitual, nos fascina la nostalgia que Gibson muestra por la tecnología,
convirtiendo su prosa en una evocación del silicio mediante elocuentes metáforas
que dejan un regusto electrónico y áspero en el paladar.
En
Mundo espejo se dan cita todas las obsesiones de nuestro tiempo:
misterios en torno al 11-S y las Torres Gemelas, adictos a la Red, el resurgir
económico y cultural de los Dragones de Asia, los bajos fondos en el Viejo
Continente, todo ello para crear una trama que se antoja relectura digital de la
imprescindible película Videodrome
(1983), de David Cronenberg. Quizás el desarrollo peque en algunos momentos de
taciturno y farragoso, sobre todo debido al desmesurado fetichismo tecnológico
del autor, pero al cerrar el libro habremos asimilado un concepto: mundo espejo,
entelequia o mapa mental que se hace el individuo para adaptarse al entorno, en
el que los conceptos de deconstrucción y reconstrucción adquieren total
validez, pues en una cultura audiovisual y mediatizada como la nuestra, "la
televisión es realidad y la realidad es menos que la televisión". Esta frase
la declamaba Brian O´Blivion (el actor Jack Creley) en la ya mencionada Videodrome.
Adentrándonos
más en el concepto de "mundo espejo" llegaremos a conclusiones muy
llamativas, pues, siguiendo el discurso de Gibson, en mundo globalizado dominado
por sistemas de inteligencia artificial, la propiedad intelectual pierde
sentido; los pensamientos y las imágenes que nos formamos de nuestro entorno
conforman y a su vez se nutren de otros pensamientos e imágenes, y es que
cuando el individuo se encuentra sometido a millones de reclamos audiovisuales,
consignas y logotipos corporativos, difícilmente puede dar por "propia"
cualquier palabra que pronuncie, pues, como en un juego de espejos, toda idea
que tenga será reflejo de alguna que vio y no acierta a recordar. Cuánto valor
adquiere el adjetivo de "mediatizado" aplicado a una persona.
Una
última tentación: no sucumban a la más fácil tecnofobia; pónganse cómodos.
Bienvenidos a la Era Digital; conéctense y disfrutaremos el atardecer con una
sacudida eléctrica, cuando todo el cielo tiene el gris de la pantalla del
ordenador.
David
G. Panadero
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