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88 Mill Lane

88 Mill Lane
Juan Jacinto Muñoz Rengel
Col. Narrativa nº 18
Alhulia, 2006

 

A veces, entre la interminable lista de títulos aparecidos cada año, nos encontramos con libros sorprendentes de la mano de autores de cuya existencia ni siquiera sabíamos. Éste es el caso de 88 Mill Lane, de Juan Jacinto Muñoz, un inesperado libro de relatos construidos bajo el estricto canon de la ficción puramente hedónica.

Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974) lleva ganando premios de relato corto toda una década, y atesora en sus alforjas los más acreditados del género. No obstante, el cuento literario sigue siendo el injustificado patito feo de nuestras letras, y las obras de este autor se han visto condenadas a perderse en un piélago de antologías y publicaciones puntuales de instituciones de España y Latinoamérica. Con 88 Mill Lane, el escritor reúne una selección de sus "relatos londinenses", un conjunto de diez artificios que con un lenguaje limpio y sólidas estructuras entroncan con la mejor tradición de la literatura fantástica, acercándola hasta nuestros días y haciendo posible su convivencia con nuestra cotidianeidad.

De acuerdo con lo que apunta el prologuista del libro, el argentino Pablo De Santis (y no parece casual que sea el autor de El calígrafo de Voltaire quien introduce este volumen, pues son muchos los nexos de unión entre las obras de ambos escritores), es probable que haya en la elección de Londres como escenario donde discurren las tramas cierta búsqueda de la distancia, cierto alejamiento intencionado, que permita dar rienda suelta a la imaginación más insólita y que aún así los sucesos extraordinarios y las distintas deformaciones de la realidad no se nos antojen del todo inverosímiles. Durante mucho tiempo ha prevalecido entre los escritores españoles un miedo paralizante -que ahora parece rescindir- a abordar lo fantástico; como resultado el lector se ha ido desacostumbrando a que los acontecimientos fabulosos puedan ocurrir dentro de nuestras fronteras, en nuestras ciudades, en nuestros barrios. Muñoz Rengel, para no librar dos batallas al mismo tiempo, salva esta dificultad situando sus historias en las calles londinenses, en West Hampstead, en los alrededores de Mill Lane, en Hyde Park, en el London Zoo. Con todo, por si ello no fuera suficiente, incluso en los relatos más contemporáneos, la ciudad de Londres nunca parece ser la que de verdad es, no se nos muestra por completo real, mantiene siempre la aromática atmósfera de la que fue la ciudad de Stevenson, la de Conan Doyle, la de Chesterton. Moviéndose con soltura dentro de ese decorado de influencias, las historias de Muñoz Rengel encierran además en sus tripas un poderoso virus borgesiano; o mejor, a la manera de Bioy Casares, lo que guarda dentro cada uno de estos cuentos es un Borges depurado de intelectualismo erudito, y enriquecido con la fuerza de personajes vitales y creíbles.

Si tuviéramos que definir los relatos de 88 Mill Lane por otra particularidad, aparte de la inclinación fantástica, que los distinguiera del resto de los que se escriben hoy en nuestro país, no cabría duda: el respeto por la estructura clásica del cuento literario. Decía Poe que en un relato bien construido la primera línea del texto ya debe ir encaminada a su conclusión final. En estos relatos se cumple esta premisa, y todas las demás dictadas por los grandes cuentistas. Como en los pequeños mecanismos de relojería se distinguen las partes y los detalles, las frases anuncian eventos ulteriores, cada objeto o personaje que aparece tendrá su posterior utilidad, nada es prescindible. Las piezas de orfebrería de Muñoz Rengel están pensadas como un todo, un todo ficticio que es un código de pistas encadenadas cuyo único objetivo es procurar placer al lector.

Hay en 88 Mill Lane relatos de orientación histórica, como "Las dos navajas", o de género policíaco, como "La Casa de Strawbrooke", pero la mayoría tiene de fondo un objetivo de juego filosófico, casi metafísico. Algunos transcurren en un tono divertido, sin más pretensiones, como "El libro del Destino", que contiene todas las cosas que sucederán, o "Bestiario secreto en el London Zoo", un disparatado despliegue de imaginación. Pero en otros el calado es más profundo. La deliciosa historia de "Los habituales de La Brioche", que abre el volumen, plantea la posibilidad de que un escritor con la obsesión de inventar vidas a las personas de su entorno, a las que usa como personajes de sus obras, pudiera al hacerlo modificar realmente las existencias de esas personas. "La perla, el ojo, las esferas" es un episodio inquietante en el que el protagonista se ve cada vez más y más angustiado por el descubrimiento de una paradoja espacial, la de los universos autocontenidos. "El desván de Thomas Carlyle" es aún más ambicioso, y nos arroja a la hipótesis de hasta dónde se podría llegar si a un ser humano lo educáramos desde su nacimiento en unas coordenadas epistemológicas y sensoriales por completo distintas a las normales.

Lo que Juan Jacinto Muñoz ha confeccionado con su selección de relatos no es una antología que evoca lo mejor que se ha escrito en literatura fantástica, es una brillante antología de lo mejor que está por escribir. Un libro y un autor que darán mucho que hablar.

Quique Bermúdez

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