Parece ser que Chuck Palahniuk tiene la
chocante habilidad de hacer que la gente se desmaye cuando lee sus cuentos. Al
menos eso sucedió en la lectura de "Tripas", uno de los que aparecen en el
libro que hoy nos ocupa. Y una vez leído no es de extrañar, creo que no me había
sentido tan incómodo con la lectura de un relato desde que terminé "Invasor", de Fernando Marías. En ambos casos la incomodidad, el retorcerse
en el sillón mientras lees, no es porque la historia sea mala, sino todo lo
contrario: está tan bien contada que parece que va directamente de la mente del
autor a la del lector, y lo que cuenta es tan horrible que te dan ganas de
cerrar la puerta a semejante mundo, pero por alguna razón no puedes hacerlo. En
otras palabras, Palahniuk es todo un descubrimiento, en mi caso tardío puesto
que ya lleva unos años en la categoría de escritor de culto, sobre todo desde
el éxito cinematográfico de El club de la lucha, basado en una de sus
novelas.
Fantasmas es además una historia muy actual
en cuanto que relata algo que vemos a diario en televisión: el afán de
notoriedad, de convertirse en alguien de la noche a la mañana y, sobre todo, de
ganar montones de dinero por no hacer prácticamente nada. De hecho, la premisa
del libro es similar a la de programas como "Gran Hermano" u "Operación
Triunfo": Un grupo de freaks (que
conoceremos por apodos como "San Destripado", "Madre Naturaleza",
"Condesa Clarividencia" o "Camarada Sobrada") se encierran durante tres
meses en un teatro abandonado para escribir su obra maestra apartados de todo lo
que se lo impide en el mundo exterior. El retiro para escritores, organizado por
un extraño personaje, el señor Whittier, se convertirá pronto en una casa de
los horrores en la que cada uno estará más preocupado de convertirse en "producto", que diría Risto Megide, que en escribir su obra.
La novela está estructurada en un hilo
conductor, que son las peripecias de nuestros aspirantes a escritores, y los
diferentes poemas e historias más o menos autobiográficos de cada uno de
ellos, que nos muestran un crudo retrato de la sociedad norteamericana. A lo
largo de ellas descubriremos los peligros de masturbarse desnudo en una piscina,
sabremos cómo se las apañan los chavales con progeria para conseguir tener
sexo, oiremos hablar del hijo nonato de Marilyn metido en un frasco de formol o
de las reflexoputas, que ganan un dineral por estimular los centros de placer
que tenemos en los pies. Y sabremos que en realidad lo que construye nuestras
vidas son las historias que somos capaces de relatar, y que las que no nos
atrevemos ni siquiera a contar son las que poco a poco acaban con nosotros.
Se trata pues de una magnífica antología de
relatos a cual mejor, la mayoría de ellos de horror cotidiano, en algunos casos
recurriendo a toques fantásticos, que desgranan las contradicciones de una
sociedad cuyo sueño consiste en hacer de uno mismo algo que se pueda vender.
Todos ellos reflejan la increíble la facilidad para fabular de Palahniuk, capaz
de crear historias satíricas, provocadoras y llenas de humor negro a partir de
leyendas urbanas o anécdotas mínimas en una cantidad, variedad y, sobre todo,
calidad que produce vértigo. Pero además hay una trama que hila perfectamente
todas las historias y que se irá poco a poco fusionando con ellas para
conseguir una obra para mi gusto espléndida.
En resumen, un libro muy recomendable, aunque
puede crear adicción, y eso que me han dicho que es de los peores que tiene el autor.
José Antonio del Valle
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