Ay, ay, ay... Que estoy viendo que me la voy a ganar. Que
yo sé que son muchos los aficionados al cyberpunk que leen esta web, y
me voy a ganar la antipatía de todos ellos. Pero, ¿qué puedo deciros? A mi
Bruce Sterling no me gusta, por muy clásicas que sean hoy sus novelas, por muy
padre que sea del cyberpunk.
De Sterling leí, en mi
adolescencia, Islas en la Red, que no me gustó nada. Muchos amigos me
dicen que tal vez fuera por culpa de una mala traducción, y supongo que es muy
posible; últimamente uno tiene la sensación de que los malos traductores sólo
encontraban trabajo traduciendo ciencia-ficción entre finales de los ochenta y
principios de los noventa. También leí algunos relatos cortos, ahora no sabría
decir cuáles, y me aburrieron soberanamente.
Dado que tenía una opinión
bastante pobre de Sterling como novelista, esta novela suya me ha sorprendido
bastante. Puede que sea porque ahora uno le da más vueltas a las historias, y
les saca más trasfondo; tal vez se deba a que en esta ocasión la traducción
es más que correcta; puede simplemente que Sterling tenga libros mejores y
libros peores.
También hay que tener en cuenta
que Cismatrix está escrita en una época oscura. Los últimos años de
la Guerra Fría, con el embiste de unos EE.UU. gobernados por Reagan contra una
URSS que no podía seguir costeando una carrera armamentística. Un deterioro
cada vez mayor del medio ambiente, que aún hoy no ha parado, que parece haber
sometido el desarrollo del futuro al beneficio del hoy. Y finalmente, un
movimiento por los derechos civiles derrotado, con una proliferación de los
gastos en defensa y los recortes en seguridad social con la excusa de afrontar
la defensa contra el enemigo (el IRA en el Reino Unido de Tatcher, la URSS en el
caso estadounidense).
La novela de Sterling se hace
eco de todo lo anterior, mostrando un futuro lejano donde la sociedad envejece
en satélites artificiales que rodean una moribunda Tierra. Desde el principio
somos conscientes de que estos satélites, tras su independencia de la Tierra,
conocieron una Edad Dorada comercial y política, pero aquella época pasó hace
ya mucho, no quedando hoy más que la decadencia, el atraso tecnológico y el
aislamiento.
Ahora, en lejanos confines
espaciales, una guerra se extiende entre dos potencias. Una, dedicada a la
bioingeniería, confía en la evolución humana a través de la ciencia. Otra,
ha apostado por las prótesis mecánicas y la cibertecnología, ofreciendo la
mejora física al unir acero y carne. Existe una lucha entre lo ecológico, lo
natural y la evolución frente a lo artificial y lo mecánico. Sí, cierto que
modificar el ADN no es muy natural, y que los transgénicos son una caja de
Pandora hoy día, pero no olvidemos que la novela fue escrita veinte años atrás.
En el satélite donde habita el
protagonista, los ancianos políticos partidarios de las máquinas, que esperan
sobrevivir a su propia muerte gracias a los implantes prostéticos, han obtenido
el poder y acabado con toda posible oposición. El protagonista, opuesto a los
ancianos, acaba exiliado y luchando por su propia vida lejos de su hogar. En
cierta forma, Sterling nos muestra el eterno conflicto generacional entre una
juventud apasionada (tanto que se llega a hacer apología de la inmolación)
frente a una madurez conservadora y autoritaria, que "sabe lo que es
bueno" para nosotros, pero no nos explica sus razones.
En resumidas cuentas, Cismatrix
es una historia que se desarrolla en el futuro, pero que en el fondo habla de
nuestra sociedad, nuestros miedos y esperanzas. Por todo ello, merece la pena
leerla y disfrutar de su magia.
José Joaquín Rodríguez
|