Buenas
noticias: todavía quedan por ahí obras inéditas que suponen un verdadero jalón
en el territorio de la literatura fantástica. Si la acumulación de novedades
de género de los últimos años -un vendaval de títulos en muchos casos clónicos
e indiferenciables, en demasiadas ocasiones de trabajosa inmersión y difícil
recompensa-, había generado en algunos veteranos como yo mismo una mezcla de
hartazgo y desorientación, aquí viene una novela repescada que vale muchísimo
la pena. Un clásico de hace veinte años del que nada sabíamos. Un título, en
suma, que nos devuelve la fe.
Puente de pájaros
no debería haber permanecido fuera del alcance del lector castellano hasta hoy.
Es una novela divertida, escrita con gran finura; uno de esos raros hitos -particularmente
en nuestro campo- en los que amenidad y criterio literario se dan la mano. Además,
ganó el Premio Mundial de Fantasía, ex aequo con una novela celebrada como clásico,
Bosque Mitago, de Robert Holdstock. ¿Por
qué, entonces, dar de lado esta pequeña joya de Barry Hughart durante veinte años?
Supongo que la respuesta es sencilla: la acción se desarrolla en una antigua
China mítica. Un tema aparentemente poco comercial y escasamente apetecible.
Sinceramente, creo que la razón será un apriorismo de este tipo, puesto que al
editor de cualquier colección le hubiera bastado leer tres páginas de Puente de pájaros para tener ganas de seguir disfrutando de su fino
sentido del humor.
Se me ocurre mencionar un paralelismo entre esta obra y
otra publicada por Bibliópolis, Tú,
el inmortal, de Roger Zelazny. Ésta fue también ex aequo en un premio,
el Hugo, y ensombrecida en parte por la otra ganadora, Dune.
Las dos obras vencedoras son novelas célebres, narraciones corpulentas, con
una pirotecnia poderosa, que han cautivado a generaciones de lectores -sobre
todo Dune, claro-. Pero tanto Tú,
el inmortal como Puente de pájaros son, por su parte, trabajos de gran finura, de
acabado exquisito, que ofrecen auténtica satisfacción al lector y merecen
contar cada uno con su hueco en la gran historia del género. Bueno es que Bibliópolis
-y ya me da pudor tanto elogio en la propia casa de la editorial; garantizo que
habrá palos si es menester...- haya tenido el buen juicio de recuperar ambas.
El punto fuerte de la trama son las pequeñas anécdotas
que se acumulan en torno a la peripecia de la pareja protagonista, el joven
fortachón Buey Número Diez y el anciano sabio y borrachuzo Li Kao, que mira a
las muchachas hermosas pensando lo que hubiera hecho con ellas cuando sólo tenía
noventa años. Ambos aventureros se comportan como dos clásicos pícaros,
sacando partido de las debilidades ajenas con su desparpajo, en sucesivas
aventuras originadas en la búsqueda conjunta a la solución de una enfermedad
que sufren los niños de la aldea del primero.
Lejos de resultar cansino por el barroquismo algo
empalagoso que suele acompañar a las emulaciones de la cultura oriental por
parte de los occidentales, el pulso narrativo de Hughart es verdaderamente
impecable. En el relato no paran de ocurrir cosas, y las florituras que en el
estereotipo atribuimos inmediatamente al lenguaje chino son empleadas con
sabiduría para aumentar los efectos expresivos -y, notablemente, cómicos- del
relato. Al lector, como le ocurrirá a mí, le surgirá la sonrisa en los labios
en más de una ocasión ante las brillantes salidas de Li Kao o el ingenio que
progresivamente se incorpora al comportamiento de Buey Número Diez. La galería
de secundarios, descritos con pinceladas y contundentes motes, contribuye de
manera clave a que el relato eluda el peligro -que a veces parece acecharle- de
caer en la reiteración.
Deseo muy especialmente que en esta ocasión mi reseña sea útil. Se
trata de un título que podría pasar fácilmente inadvertido, y que sin embargo
puede convertirse en una de las revelaciones de la temporada si el boca a boca -eso
que funcionaba antes, cuando curiosamente existían menos medios de contacto
entre los lectores- echa a rodar. No es fácil divertirse de manera inteligente
con un libro en la actualidad, y por ello hay que celebrar Puente de pájaros como se merece.
Archivo de La selección del mes
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