Si
atendemos a las referencias críticas, este libro competía por ser el de mayor
impacto en el género de ciencia-ficción que quedaba por traducir al
castellano. Llega China Montaña Zhang con
quince años de retraso, víctima posiblemente de varias de sus propias
cualidades: un supuesto contrafáctico de partida que debía parecer improbable
en el momento de su publicación -y que hoy, curiosamente, no lo resulta ya
tanto-, un protagonista homosexual y un tono global costumbrista en el que no
hay una triste explosión para alegrar las pajaritas al lector friki.
Vamos por partes. La historia se desarrolla en un futuro
cercano en el que China ha conquistado una hegemonía económica, tras una
brutal crisis económica en Estados Unidos que desembocó en una revolución
proletaria. Pero China no impone un comunismo a ultranza, sino la extraña versión
de capitalismo salvaje combinado con colectivismo para el proletariado que
conocemos hoy, y con la que efectivamente parece gozar de un rol creciente en el
panorama de la economía mundial. McHugh presenta con eficacia las debilidades
de ese sistema, señala aspectos como el latente racismo chino, y aprovecha para
presentar unos Estados Unidos segundones, tristes y añorantes, de poética
verosimilitud.
China Montaña Zhang, hijo de hispana y chino emigrado a América,
quiere colarse entre las rendijas de la prosperidad china para encontrar su
lugar bajo el sol. No quiere salvar a nadie, no está destinado a ninguna misión
relevante, no encabezará rebelión alguna: sólo quiere conseguir un buen
sueldo y poder pagarse su propio alojamiento en la Nueva York que ama. Para
ello, se aprovechará de su condición de medio chino para estudiar en la metrópoli,
después de diversas peripecias como constructor de casas baratas o trabajador
en el círculo polar ártico.
Se trata de un personaje trazado de forma casi perfecta.
Sentimental, bondadoso, inteligente, inseguro, capaz de sacar lo mejor de sí
mismo en circunstancias difíciles, Zhang se compone como un retrato humano en
el que casi cualquiera puede reflejarse, con sus preferencias sexuales como un
detalle que únicamente sirve para invitar a la reflexión sobre la injusticia
de las persecuciones homófobas.
Finalmente, hablemos de ese tono costumbrista empleado por
McHugh. De la mano de protagonista, pero en particular gracias a los pequeños
relatos que a modo de digresiones se entrelazan con la evolución de Zhang -la
historia de una muchacha china con un problema de deformidad en el rostro, las
desventuras de unos colonos marcianos y la vida de una especie de jockey
de cometas voladoras- sabremos de los sueños, esperanzas y carencias de la época
retratada. Una sociedad de apariencias y restricciones, en las que la
posibilidad de un cambio se antoja complicada. No hay aquí el final propio de
la distopía, con el fin del sistema en el horizonte o la derrota de los
rebeldes; Zhang no está llamado a esa lucha, la suya es la existencia de un
ciudadano corriente.
El elemento más negativo de la novela, aparte de que sus
propios presupuestos le hacen caer en alguna ocasión en la monotonía, está
una vez más en la presentación al lector castellano. Por enésima ocasión nos
encontramos con un texto en el que hay párrafos completos que no tienen ningún
sentido, y en el que es necesario realizar un esfuerzo de interpretación para
captar la intención de la autora. No por frecuente es posible dejar de citar el
problema: ya que parece imposible que quienes no valoran la calidad cambien o
aprendan, al menos que nos sirva para valorar por contraste los esfuerzos de las
editoriales que cuidan su producto.
China Montaña Zhang es
una rara avis dentro de la ciencia-ficción "de género". Es un libro
en el que la acción no gira sobre la "gran historia", en contra de
los preceptos habituales, pero en el que se nos presenta detalladamente un
entorno novedoso y unos personajes entrañables. No puedo afirmar que vaya a ser
plato de cualquier gusto, pero personalmente lo disfruté durante buena parte de
sus páginas, y señala un camino sólo raramente emprendido por el género,
pero en el que quizá se pudieran cosechar frutos relevantes para el lector
externo.
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