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Rafael MarínComic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 obras maestras
del comic de cf (XXII)

Los Micronautas
de Bill Mantlo y
Michael Golden
(1979)

Los Micronautas

Erase una vez unos muñequitos articulados de la compañía Mego, y una editorial americana que no hacía ascos a presentar biografías de papas católicos venidos del frío, potenciar otras hagiografías de enmascarados grupos de rock histérico, adaptar al papel y en veintidós páginas clásicos larguísimos de la literatura universal o explotar hasta el paroxismo las andanzas de sus característicos héroes de ropa interior larga. Nos referimos a Marvel Comics, claro está. A las adaptaciones al comic de películas como 2001, sagas como El planeta de los simios, o series de televisión como La fuga de Logan se había sumado, desde hacía un par de años, la explotación de la serie iniciada con La guerra de las galaxias. Era un buen momento para la ciencia-ficción en los cómics, y ya la misma saga galáctica de George Lucas se exploraba en otros medios como parte de la campaña de merchandising que ahora es marca característica de la casa. Un ejemplo que no podía evitarse.

Los Micronautas

Había que hacer una serie de tebeos de ciencia-ficción donde los protagonistas fueran los (por otra parte muy atractivos) muñecos articulados y semi-transformables de Mego. Ya se había hecho o se haría muy pronto con la serie ROM, Space Knight (que aprovecharía otro de los iconos culturales de la subcultura pop, las invasiones de alienígenas multiformes). La vuelta de tuerca, la idea genial fue asumir que esos muñecos convertidos en protagonistas de un tebeo iban a tener, exactamente, las dimensiones que los muñecos tendrían para los humanos si sus destinos se cruzaran, como así fue. Los valientes y rebeldes micronautas, una vez escapados por fuerza de su mundo subatómico, llegarían al planeta Tierra y no medirían más de un palmo de altura: serían igual que juguetes, nada menos. Y ese planeta Tierra en el que un gato o un coche se convertirían en monstruos o máquinas implacables sería, para remate, nada menos que la Tierra Marvel. La fusión entre personajes creados ex-profeso para los comics y los ya existentes en los mercados se produce sin fisuras, igual que encajan a la perfección los muchos y diminutos micronautas con la mismísima continuidad del universo Marvel, de donde parte y al que engrandece, llegando allá donde los encorsetados superhombres no podían y proporcionando nuevas exploraciones aventureras a sus confines.

Los Micronautas

Hay ecos de Star Wars, sin duda, en personajes como el capitán Arcturus Rann, alias Planeador, y la exiliada princesa Marionette, en el forzudo Acroyear y el robótico Microton, y, sobre todo, en el malvado Barón Karza, trasunto de Darth Vader y capaz de alterar las proporciones y formas de su cuerpo dado su poder de dictador... y las propias características de los muñecos, cuyos miembros eran intercambiables. La lucha contra la dictadura en su Mundo de Origen y esa "Fuerza Enigma" que guía los pasos de los héroes es también sintomática de una moda pseudo-filosófica que todavía perdura. Personajes como el duro y protestón Bug remiten inmediatamente a la Patrulla X y a Lobezno (con quienes los Micronautas compartirían miniserie en el futuro), mientras que iconos culturales como Gulliver o la televisiva Tierra de gigantes asoman en todo momento por las páginas de la serie, llena de sentido de la maravilla y de peripecias y originalidad. Nunca fueron mejores los guiones del malogrado Bill Mantlo, que se mueve aquí como pez en el agua mezclando personajes que son "suyos" con los que sin duda fueron referentes de su infancia lectora, y jamás un autor dibujante como Mike Golden supo dotar de mejor ritmo y viveza (y sentido de alienidad) a sus viñetas.

Los Micronautas fue un título que tuvo un poco de todo, la coctelera desmadrada de un montón de influencias que consiguió, pese a las restrictivas premisas iniciales, ser un producto innovador y fresco incluso después de que sus autores originales marcharan a otras empresas. Fue un tebeo coyuntural y de consumo (otro más) que logró trascender las limitaciones de su propio planteamiento comercial y abrirse un hueco en el olimpo de las cosas hechas con emoción y cariño.


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