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Rafael MarínComic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 obras maestras
del comic de cf (XXV)

Las aventuras de Tintín
en la Luna

de Hergé
(1950-1951)

Las aventuras de Tintín en la Luna

A lo largo de sus muchas décadas de aventuras, el reportero Tintín (que llegó a ser símbolo de una manera de entender la historieta y que hoy está injustamente ignorado, quizá como vuelta de campana a la campaña de acoso y derribo que supuso en los ochenta el machacón posicionamiento a favor de la llamada "línea clara" de la que es uno de los máximos representantes) recorrería el mundo visitando países reales y países imaginarios por igual, conociendo pintorescos personajes que luego volverían a aparecer en sus andanzas y retratando sobre todo una Europa de opereta, a caballo entre la estética de El prisionero de Zenda y las historias de espías de la guerra fría.

En 1950, Tintín se enfrentó al futuro, consciente de que la historia lo alcanzaba. Atrás quedaron el cetro de Otokar o el tesoro de Rackham el Rojo que habían dado sal a sus aventuras: en lo que luego se recopilaría en dos álbumes, Objetivo: la Luna y Aterrizaje en la Luna, Tintín et troupe se apuntarían a la moda naciente de la ciencia-ficción, el cientifismo, la exploración espacial... y por supuesto el anticomunismo de la época. Se nota sobre todo en estas aventuras el afán por ser verosímil, por retratar un viaje espacial de la manera más veraz posible según los conocimientos y la tecnología de la época, y hay que decir que se consigue y de manera sobresaliente. Adelantándose casi veinte años al proyecto Apolo, el primero de los dos álbumes, entre bromas chuscas, detectives repetidos que meten la pata, científicos sordos, capitanes borrachines y perros sabios, nos muestra los preparativos del viaje, a veces con prolijas explicaciones técnicas que ahogan las viñetas, pero de vez en cuando asoma la espectacularidad de ese hermosísimo cohete a cuadros rojos y blancos, capaz de ocupar toda la página para que pueda resaltar su esplendor gargantuesco. El segundo álbum no rehúye lo que luego hemos llegado a considerar tópicos del tema: la falta de gravedad, las colchonetas donde los personajes se sujetan, los paseos por el espacio y la pérdida de asidero, los paseos por la superficie lunar, los problemas para el regreso, el topo infiltrado en el grupo de expedicionarios o la carencia de oxígeno: quiebros argumentísticos luego o entonces mismo vistos una y mil veces en todo viaje a la Luna que se preciase... y que, superada la fecha de caducidad que proporcionó la hazaña de Neil Armstrong y el Apolo XI se trasvasa hoy sin cambiar un ápice a Marte o Júpiter.

Las aventuras de Tintín en la Luna

Es una historia planificada a la perfección en su ritmo expositivo, donde alternan los momentos de tensión y camaradería con el sentido del humor característico de Hergé, y donde entre bromas y veras se llega al clímax del sacrificio del traidor Wolff, convertido en héroe al saltar al espacio para que el cohete pueda regresar a la Tierra. Fue una aventura de ciencia-ficción anticipativa que se mantuvo al menos en la continuidad personal de los personajes con el audífono que a partir de entonces llevaría el profesor Tornasol, y es de imaginar que el mismo Tintín habría ganado una fortuna escribiendo las memorias del viaje si hubiera escrito alguna vez un solo artículo para esos periódicos en los que colaboraba, según nos dicen, aunque no hay testigos que lo hayan visto jamás redactar dos palabras.


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