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Rafael MarínComic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 obras maestras
del comic de cf (XXXVII)

Valèrian, agente espacio-temporal
de J.C. Mezières y P. Christin
(1967)

Valèrian, agente espacio-temporal

Empezó siendo una serie de concepción modesta, constreñida por el titubeante dibujo semi-humorístico de Mezières, y en apenas un par de años se convirtió en un referente importantísimo para toda la ciencia-ficción por venir, tanto en la historieta como en el cine. Ya hemos dicho aquí mismo cómo un tebeo de pocas páginas (The Long Tomorrow, de Moebius y O´Bannon) marcaría la estética del cine durante décadas, y las aventuras del amable Valèrian y su inseparable Laureline son el otro puntal de donde chuparía Hollywood (o más concretamente Lucasfilm) buena parte de los logros artísticos que deslumbrarían al público desde las pantallas; échese una ojeada, en cualquier caso, a un título tan indispensable como El embajador de las sombras (1975) para ver cuánto y de qué calidad debe la saga galáctica a los decorados, mundos y alienígenas que desfilan en tropel por esta historieta.

Valèrian, agente espacio-temporal

Porque esa es la esencia de la serie: dar rienda suelta a la imaginación desbordante de Mezières y arroparla de unas aventuras que son, principalmente, un puro divertimento amable, donde ni siquiera la destrucción de planetas (impresionante el Nueva York sumergido de una de las primeras historias, La ciudad de las aguas turbulentas) llega a plantearse como una tragedia insalvable. Lo principal de Valèrian y sus aventuras es el énfasis en la zoología, la botánica, la orografía e incluso la arquitectura y la tecnología de las inmumerables razas extraterrestres que van asomando a sus páginas, sólo ocasionalmente humanoides, y siempre cargadas de un punto creíble que las vuelve, en ocasiones, entrañables: recordemos esa curiosa mezcla de guerreros galos e indios americanos que son los habitantes originales de Alflolol, o el cagoncete cuerno de la abundancia que es el transmutador gruñón de Bluxte. El colorido de E. Tran-Lê, en ese sentido, sirve para potenciar aún más ese afán por crear mundos distintos al nuestro, envolviendo la atmósfera de cálidos tonos azules y atrevidos rojos terrosos.

Valèrian, agente espacio-temporal

Como héroe, Valèrian dista mucho de ser un superhombre al estilo de los que el género nos tiene acostumbrados (y eso queda bien claro en la divertida parodia de las ideologías del siglo XX y los superhéroes de los cómics que es el álbum Los héroes del equinoccio), siendo más bien un joven en ocasiones alocado y en ocasiones ingenuo, algo calzonazos en muchos momentos, que debe buena parte de sus éxitos a la presencia constante (o al trabajo in absentia) de su compañera Laurie, una pelirrojita sexy perteneciente en su origen a la Tierra medieval y a quien el héroe conoció en su primera aventura allá en 1967. Laurie, de todas formas, pronto superaría el corsé de chica-a-salvar-de-toda-situación, y se convertiría en una heroina ella misma, siempre dispuesta a usar la cabeza, el sentido común y el buen humor para rescatar a su chico y a la galaxia; no es extraño que ese álbum original de su presentación (Les Mauvais Rêves) esté fuera de colección y no haya sido publicado siquiera en España, pues es difícil asimilar que Laureline sea una doncella medieval y no una chica del futuro.

Valèrian, agente espacio-temporal

Como agentes espacio-temporales de Galaxity, y quizá herederos del mayo francés, tanto Valèrian como Laurie se descubren como críticos e irrespetuosos con el poder. Los terrestres, bien como raza o como estamento político y militar (y recuérdese la crítica continua a los burócratas de Galaxity o al cuasi-yanqui enviado terrestre de El embajador de las sombras), son continuamente puestos en solfa por los comentarios mordaces y la actitud de rechazo de ambos personajes. Quizá como justo castigo a los tejemanejes en el espacio y en el tiempo de ese imperio galáctico que los hombres dominan sin importarles nada más, Valèrian y Laurie serían prácticamente los únicos agentes temporales en salvarse de la hecatombre causada al evitar la destrucción de la Tierra... destrucción que daría origen a Galaxity según los primeros álbumes. Obligados sin duda porque esa catástrofe no ocurrió en el 1986 "real", los autores rizarían el rizo de las paradojas temporales desclasando a los personajes de su civilización, y convirtiéndolos en desfacedores de entuertos nucleares y buscadores de empleo en el Centro Galáctico, a la espera de poder rehacer algún día esa civilización humana en las estrellas que, de puro buenazos, han impedido que exista.


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