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Rafael MarínComic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 obras maestras
del comic de cf (XLI)

Next Men
de John Byrne
(1992)

Next Men

Dicen que iba a ser una serie sobre el futuro universo Marvel, pero dimes y diretes con Stan Lee acabaron por malograr el proyecto. Ya en solitario, John Byrne recondujo los conceptos y se sacó de la manga este título cuya cabecera incluye su propio nombre, para hacer una serie a caballo entre la ciencia-ficción, la especulación y la reflexión políticas y los inevitables superhombres.

John Byrne´s Next Men juega a la baza de la sutileza, y quizá ese fue el detalle más original de la historia y el handicap que, a la postre, dio al traste con el proyecto tras apenas 31 números y un prólogo en formato prestigio titulado 2112. Cinco superhombres que remiten a la Patrulla-X o a los Forever People y que se adelantan a Matrix en su descubrimiento de las capas de realidad que configuran su (¿nuestra?) existencia, enlazan sus peripecias con los tejemanejes en la sombra de un Spencer Tracy de ambigua moral apodado Control y su némesis, un político reaganiano llamado Aldous Hilltop quien, en los últimos números de la serie, rizaría una interesante paradoja temporal para asumir el rol del supervillano presentado desde el principio, un mesías del cambio llamado Sathanas. La serie, además, cuenta con un backup, MARK IV, que poco a poco irá integrándose en la narración principal, hasta fundirse con ella en los últimos números y establecer el desenlace, fraguando el futuro de lo que habría de ser el prestigio one-shot 2112.

Byrne juega a reinventar la rueda, intentando un producto para adultos que, en su momento y quizás todavía ahora, vuela muy por encima de las expectativas de los aficionados. Queriendo o sin querer, hay en toda la serie un claro afán de llamar la atención, de decir cosas que antes no se podían decir en los tebeos americanos: el gen que provoca la creación de suprahumanos se produce por medio de intercambio sexual; hay alusiones al incesto, al aborto, a los malos tratos a los niños, a la manipulación y corrupción política, al sadismo y el masoquismo, la ninfomanía, los crímenes políticos, a la lucha por el poder. Tampoco deja Byrne de reflexionar sobre el estado de los cómics como medio, poniendo en solfa a la vez a la entonces pujante amenaza del sello Image y al status quo marcado por Marvel. Byrne juega con los conceptos típicos de los tebeos, despistando a los lectores, extrapolando un futuro cercanísimo donde la alta tecnología utilizada en ocasiones ya no pertenece a las fantasías del cómic-book, sino a los avances de la ciencia. Por desgracia, la riqueza de matices de sus personajes y planteamientos no vino acompañada por la necesaria riqueza gráfica: aunque posiblemente Next Men sea su proyecto más redondo y logrado a niveles puramente conceptuales, una clara sensación de rapidez en el acabado (cuando sin duda habría mejorado con la colaboración de un entintador) lastra buena parte de esos logros. Quizás la serie gana si se lee de un tirón, prescindiendo de los comic-books individuales que, en ocasiones, no parecen seguir una estructura definida, que sólo se revalida en la lectura de la serie en álbumes.

Fue un buen producto, alejado de las expresiones hipertrofiadas de entonces y de ahora, un divertido (y a veces reflexivo) desfile de ideas de profundo calado, y donde además de lo que se cuenta queda en el aire, para el lector avezado, el descubrimiento de todo aquello que no se cuenta directamente pero que está ahí, entre las viñetas, esperando ser advertido y descrifrado, degustado y saboreado. Next Men: un tebeo casi exquisito.


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