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Rafael MarínComic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 obras maestras
del comic de cf (XLVI)

Jeremiah
de Hermann
(1979)

Jeremiah

"Si sabes dibujar, sabes escribir", reza el dicho, entre socarrón y verdadero, un tema recurrente en la historieta francobelga que asoma con descarada altanería en la contraportada de los álbumes de esta serie. Hermann Huppen ya venía de ilustrar con simpar acierto la saga aventurera Bernard Prince y el western Comanche, ambos guionizados por ese genio a reivindicar que es Greg (autor a su vez del imprescindible Aquiles Talón), y es en esta serie, Jeremiah, donde hace sus primeros intentos como autor completo.

En un largo experimento de prueba y error, la capacidad de tejer historias acompañándolas de unos dibujos de factura sobresaliente, Hermann quizá es consciente de que esta saga postapocalíptica, de ritmo lento y silencios acusados era un tour de force consigo mismo: al igual que el personaje protagonista, quizá alter ego del propio autor, a lo largo de los álbumes aprendería a sobrevivir y contar historias, estilizando un estilo narrativo que luego daría otras obras maestras como la medievalista Las torres de Bois-Maury.

Jeremiah

Una guerra racial que da al traste con la civilización capitalista occidental tal como la conocemos hoy es el punto de arranque de las aventuras del ingenuo y desaseado Jeremiah, protagonista de un western algo más que crepuscular, en tanto supone una vuelta forzosa al pasado pre-industrial que también tendría, en el tebeo español, su testimonio con la serie Hombre y en el cine sería reflejado, entre otras películas, en el bello poema lírico que es The Postman. Hermann se mueve como pez en el agua dibujando texturas rugosas y rostros endurecidos, caballos y armas en contrapunto temible, hippies y motocicletas, camellos y cascos de marine, campesinos desesperados y sátrapas travestidos, blancos y pobres, ricos y negros a la greña aun después de la hecatombre. Nuestra sociedad de ahora llevada al paroxismo, la supervivencia por encima de todo compromiso moral.

Jeremiah

Álbum a álbum (y la serie supera ya la veintena), Hermann ha ido madurando como narrador, convirtiendo a Jeremiah en un joven algo más centrado, siempre con la contrapartida cínica de su amigo Kurdy, o cómo trasladar a la ciencia-ficción los iconos de Tom Sawyer y Huckleberry Finn en un entorno muy distinto a las plácidas orillas del Mississippi. El spaghetti western del que partió un día la serie (ejemplificado en la traducción errónea pero sintomática de algún título, como Por un puñado de arena) ha ido dando paso a un poema intimista, casi fordiano, donde los paisajes y el espectacular colorido casi suenan con melancólica música de violines. Jeremiah, así, se ha convertido en una serie de culto, en el viaje iniciático de un par de adolescentes en un mundo sin peterpanes; un viaje iniciático que no tiene principio ni final definidos más allá del único viaje que a la postre importa, el de la misma vida.


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