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Rafael MarínComic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 cómics de fantasía (XXXI)

From Hell
de Alan Moore y Eddie Campbell
(1989)

From Hell

Que el siglo XX, o por lo menos la cultura popular que ha configurado el siglo XX, no empezó precisamente el uno de enero de 1901 es bien sabido, y un vistazo a los mitos que configuran los placeres y los temores de nuestra sociedad de ahora, ciento y pico años más tarde, y la moda revival que nos invade periódicamente (desde el pastiche al steampunk), bien lo atestigüa. Los últimos coletazos del siglo XIX, los grandes personajes de la literatura victoriana, y también las grandes conquistas científicas, sociales y hasta los grandes misterios de ese periodo oscuro y a la vez esperanzador todavía encienden periódicamente nuestra imaginación, y entre nieblas misteriosas y exploradores audaces, entre detectives hieráticos y vampiros surgidos del corazón decadente de la vieja Europa que pronto haría limpieza total de sangre, el caso de Jack el Destripador, el asesino de prostitutas de Whitechapel, conforma uno de esos puntos álgidos de la imaginación y la imaginería populares, tanto por el morbo que despierta la aparente falta de motivación de sus crímenes como, por supuesto, por ese final aparentemente abierto que legó para la posteridad. Como mito, como enigma, como misterio, Jack el Destripador sigue siendo un libro abierto, y nunca sabremos quién fue en realidad, ni si sus asesinatos nocturnos obedecían a una lógica que se nos escapa o si, por el contrario, seguían la ilógica de una mente particularmente enferma.

El gran guionista Alan Moore, fielmente auxiliado por un eficaz Eddie Campbell que rememora en su estilo las viejas ilustraciones de los periódicos sensacionalistas del momento, entrega en esta inconmensurable novela-río (quizás el punto culminante de la historieta de fin de siglo) años enteros de investigación sobre el tema, y hace alarde en su exposición de una ingeniosísima capacidad de puesta en escena, de análisis psicológico de unos personajes y sociológico de toda una época que está justito allá debajo de la nuestra.

From Hell

La tesis de Moore respecto a la autoría de los crímenes, y respecto a sus motivaciones, no es original (y recuérdese Asesinato por decreto): para esta historia, y siempre según sus investigaciones (concienzudamente comentadas en notas posteriores a la historieta), el Destripador fue el doctor Gull, médico de la reina, masón, hombre de dos caras (como la sociedad en la que vivía), y fiel devoto seguidor de las órdenes que se le dan: eliminar los frutos del amor prohibido entre un miembro de la casa real británica y una simple prostituta. Pero lo que hacen Moore y Campbell es realizar una vivisección audaz sobre los mecanismos de defensa de una sociedad enferma y, al mismo tiempo, sobre una mente que progresivamente se va hundiendo en la locura. Eso permite a Moore enlazar su investigación con grupos de iluminados, con la aparición de un juvenil Aleister Crowley, con explicaciones misticistas y puro new age sobre la simbología oculta en el trazado de las calles y los edificios londinenses, la cábala y las logias. De ahí a dar el salto y enlazar este primer asesino en serie conocido con el nacimiento de Adolf Hitler, con los otros asesinos en serie que vinieron luego, no hay más que un paso: en la explicación de quién fue Jack está la explicación de quiénes hemos aprendido luego que somos nosotros. Insuperable el momento en que, en pleno delirio, el Destripador sale a la calle y ve los edificios del Londres moderno, una especie de salto en el tiempo o de recuerdo del futuro que, según parece, hasta tiene su explicación o al menos su relato en las declaraciones de algún testigo contemporáneo.

Es quizás el tebeo más realista de todos cuantos ha hecho Alan Moore, y el tebeo más realista de todos cuantos se hayan hecho, en tanto cada viñeta, cada comentario, cada explicación y cada personaje histórico invitado tienen su investigación detrás, su comprobación histórica.

Y, sin embargo, paradójicamente, la maestría de Alan Moore es tan grande que, en el epílogo de la historia, es capaz de desmontar en apenas siete u ocho páginas las centenares de páginas y el montón de años de trabajo y esfuerzo que le hacen completar su From Hell. Porque, sí, según su tesis fue el doctor Gull el asesino, pero también podrían haberlo sido cualquiera de los otros secundarios, cualquiera de los otros sospechosos, cualquier otro elemento anónimo que pululara por las calles de un Londres hastiado de sí mismo, encaminado hacia el cambio sin perder las raíces de todos los horrores que lleva en sus cimientos. Con las páginas finales de ésta su obra magna, Moore da una vuelta de tuerca y, mago al fin y al cabo, nos demuestra que todo puede haber sido (o no) un juego escénico, un truco de humo y espejos, la realidad embozada y disfrazada a su capricho. Fantasía. Su propia fantasía, nada menos.


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