No
deja de ser curioso que la historia más redonda de Richard Corben desde una
perspectiva puramente de guión, Bloodstar,
sea la adaptación de un relato de Robert E. Howard... y que se parezca tan poco
al relato original (y a la versión de ese relato que realizó para Marvel un
grande entre los grandes, Gil Kane) como para que podamos considerarlo una
creación absolutamente propia.
"El
valle del gusano" es la base literaria de este bello poema épico donde un
Richard Corben completamente entregado a la narración olvida sus florituras con
el color (la primera versión de esta historia es en blanco y negro; en la que
conocemos todos el color no fue aplicado por el propio autor) para, apoyándose
al principio demasiado en los bloques de texto (en la versión en álbum, además,
hay dos páginas de relato que separan cada capítulo) ir desgranando una
historia de honor, amor, amistad y violencia
que sorprende por su sencillez y deslumbra por su acabada puesta en
escena.
Si
en ocasiones la frontera que separa la ciencia-ficción de la fantasía es
escasa, y ambos géneros a veces se solapan con el terror, aquí Richard Corben
nos ofrece una perfecta muestra de los tres géneros en una narración que no
chirría en ningún momento, sin dejar además de hacer un guiño a la aventura
en su estado más puro. Así, en las primeras páginas asistimos al fin del
mundo, el choque de un planeta errante que destruye a la humanidad y la obliga a
partir de cero. El nuevo comienzo nos presenta a un jovencito rubio, Bloodstar,
a quien un feo y algo simiesco anciano, Grom, (hay cierto tonillo de racismo
inofensivo en la historia, suavizada por Corben del original, posiblemente,
entre los rubios aesir y los salvajes morenos que habitan la región que estos
invaden) cuenta la historia de su padre, el Bloodstar del título. Todo el
cuerpo de la historia nos narra la amistad entre Grom y Bloodstar, y la
enemistad de éste con su antiguo camarada Loknar cuando el protagonista y Helva,
la hija del jefe de la tribu, se enamoran. Aventuras de caza, escenas de
sacrificio tribal heredadas del
cine, el exilio y el nacimiento del pequeño Bloodstar desembocan en el final
terrorífico: el enfrentamiento del héroe contra el gusano gigantesco que ha
devorado a la tribu, una criatura surgida de la imaginería de H.P. Lovecraft y
a la que Corben es capaz de dibujar con toda su viscosa magnitud.
La historia cierra con la muerte del monstruo y el héroe y, recuperado
el flashback, con la del narrador, para reconducirse de nuevo hacia el
original literario y concluir que el lector vive en el segundo albor de la
humanidad y que el relato de Bloodstar, al igual que en el original literario,
pertenece a nuestro pasado remoto.
Todos
los elementos de la épica están perfectamente reflejados en esta historia: el
héroe noble, valiente y desprendido; el amigo fiel, el antiguo amigo
enloquecido por el despecho y su propia falta de catadura moral, la bella
princesa capaz de renunciar a todo por su amor, el heredero como depositario de
las cualidades del héroe y la memoria histórica de sus hazañas, y el camino
lleno de peripecias por las que unos y otros han de ir pasando, desde el
enfrentamiento entre las tribus a la lucha contra jabalíes mutantes, tigres de
dientes de sable, ritos de estacas, la primera gran prueba con la serpiente
Satha y por fin el enfrentamiento contra el rey del abismo del norte, ese
trasunto de Grendel igual que Bloodstar fue, para los lectores de su momento, el
trasunto del Beowulf de donde todos estos héroes parten.
 Archivo de Umbrales
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