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Rafael MarínCómic fantástico
Umbrales
Rafael Marín

50 cómics de fantasía (XLI)

 

Marada the She-Wolf
de Chris Claremont y John Bolton

(1982)

El renacimiento potenciado por la revista Epic Illustrated y sus series de comic-books adultos derivados, bajo el impulso de Archie Goodwin y Jim Shooter, traía dos caramelos apetecibles de la mano: la posibilidad de contar historias sin las cortapisas e injerencias del Comics-Code, y el reconocimiento y la retención de la autoría para los creadores. Más que a posibles problemas de derechos de autor, es más que probable que fuera el deseo de controlar y conservar el producto lo que llevó a Chris Claremont y John Bolton a reestructurar una historia originalmente pensada para Red Sonja y crear esta Marada the She-Wolf.

Un par de cambios estéticos (el bikini de cota de malla, el pelo rojo ahora convertido en plateado, las espadas y armaduras) y, sobre todo, el traslado de la Era Hiboria ensoñada por Robert E. Howard y luego rehecha por Roy Thomas a nuestra propia historia, permite a los dos autores crear un producto sorprendentemente fresco y novedoso. Así, Marada se presenta como "hija de César" (aunque no se explicita si Julio César o cualquier otro emperador de ese título), y los reinos de leyenda se sustituyen por un tanto impreciso Imperio Romano y demás naciones de nuestro pasado, pero en ningún momento se rehuyen los monstruos y los diablos, la magia, las mujeres-guerrero, la brujería y hasta la teleportación. Quizá en este breve título se halle la semilla de eso que luego hemos rebautizado "fantasía histórica"; su influencia en la televisiva Xena the Warrior-Princess también parece evidente (o al menos, aparte del personaje protagónico y el entorno histórico, hay un claro parecido entre Gabrielle y la joven Arianrod y la relación que une a ambas con las indómitas mujeres que las protegen).

Serializada en blanco y negro en la revista Epic, y recopilada más tarde en un álbum a color donde se incluían algunas páginas nuevas realizadas ex profeso para esa edición, Marada la loba supuso un salto importante en la concepción de la fantasía con personaje femenino como centro, tanto en la sensualidad que destilaban los impresionantes dibujos de John Bolton como en la superación de la lacra argumentística que impedía a Red Sonja gozar de su cuerpo con quien se le antojara. En apenas dos historias, Claremont supo además potenciar su gran activo como guionista: mujeres fuertes de sexualidad equívoca, y hasta dejó algún hilo suelto de continuidad con sus famosas series de mutantes.

Más que en la trama, es en la presentación del mundo y las motivaciones adultas de los personajes donde Marada destaca. Si bien la historia, leída un cuarto de siglo después, no se aleja demasiado de los tópicos de la fantasía épica, sí puede notarse un claro afán por explorar más allá de lo establecido, y en romper las barreras y tabúes algo absurdos que el medio se había impuesto a sí mismo. Identificar a Conan el bárbaro como poso de donde parte el guerrero irlandés, y hasta verlo morir pronto, es otro de los divertimentos del título.

Los múltiples compromisos de ambos autores (Claremont estaba entonces pluriempleado en la franquicia mutante, adonde también llegó a asomarse brevemente Bolton) impidieron que Marada, pese a sus buenas críticas y su interesante decorado siguiera a adelante. También para Epic ambos autores entregarían en conjunto otra obra de fantasía histórica, The Black Dragon. Sería deseable (y no demasiado extraño), que para no perder esos derechos de autor volvieran a presentar alguna historia de Marada en un futuro cercano: títulos mucho menos interesantes ya lo han hecho.


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