Para empezar esta nueva serie de artículos, nada mejor que
analizar una novela de muy reciente publicación y que se inscribe en uno de los
escenarios más utilizados por los escritores de historias ucrónicas: la
victoria de la Alemania nazi en la II Guerra Mundial.
El autor del que
hablamos hoy, Harry Turtledove, es un experto en historias contrafactuales.
Doctor en Historia Bizantina por la UCLA, ha basado la mayoría de su producción
literaria en los universos históricos alternativos. Sus primeras incursiones en la literatura histórica especulativa
se recogieron en su fix up Agente
de Bizancio, donde el Imperio Bizantino perduraba hasta nuestros días
siendo una potencia mundial.
En
esta novela encontramos que Alemania ha ganado la guerra y, en un momento próximo
a la actualidad, el mundo está prácticamente dominado por el nazismo. La
esfera de influencia alemana cubre desde Inglaterra hasta Siberia y la India,
además de África, todas ellas ocupadas. Hay tierras ocupadas pero no
anexionadas como
Francia, EE.UU. o Canadá y naciones aliadas, caso de España, Suecia,
Portugal o Italia. En Inglaterra, dominada por los fascistas ingleses, reina
Enrique IX, desconociéndose su linaje real: ¿un Tudor o tal vez un Estuardo?
Japón es una nación aliada pero contemplada con desprecio por parte de
los arios.
El punto de ruptura
histórica no es explicitado, pero se sabe que las tropas alemanas pudieron ser
desplegadas en el sur de Inglaterra, en un desembarco mediante planeadores,
y eso provocó un vuelco en la guerra.
La historia cuenta
las aventuras cotidianas de una familia alemana que se diría normal. Sin
embargo, esta familia es de las pocas de raza judía que quedan en el Reich.
Heinrich Gimpel es un alto funcionario de la Wehrmacht y es judío, así como su
esposa y por consiguiente sus hijas. Los escasos judíos supervivientes se han
mimetizado con los arios y se comportan y viven como ellos, pero secretamente
han conservado en cierta medida sus tradiciones. La historia se centra en la
ocultación de la familia frente a todos y paralelamente es también la historia
del nuevo Führer que va a revolucionar la
política y la sociedad alemana. Se dan unos paralelismos más que
notables entre lo que Turtledove cuenta y las últimas ceremonias de la Glasnost
y la Perestroika, que protagonizaran en la década de 1980 Mijail
Gorbachov y Boris Yeltsin. Tal y como ocurrió en la URSS, el régimen es
"dinamitado" desde dentro. A la muerte de Hitler, éste fue sucedido
por Himmler y éste a su vez por Kurt Haldwein. Un nuevo líder, el cuarto Führer,
asciende al poder y, como ya hemos dicho, trastoca todo lo que significaba el régimen
nazi. Amparándose en el subterfugio del que se ha de seguir la primera edición
de Mein Kampf, que hablaba de líderes elegidos democráticamente,
intenta convocar unas elecciones al Reichstag. Como es natural, se produce una
contrarrevolución de las fuerzas más reaccionarias, que no pueden ser otras
que las siempre mal recordadas SS.
Las ucronías sobre la II Guerra Mundial, tan extendidas y
que se analizarán en otras entregas, contemplan diferentes escenarios y
diferentes comportamientos del régimen nazi y de la sociedad alemana
triunfadora. En este caso, Turtledove nos sitúa ante un presente, el año 2010,
que no difiere en demasía de nuestro propio continuo. La tecnología mundial es
equiparable a la nuestra, teniendo a su disposición televisión, ordenadores,
automóviles, etcétera. Curiosamente, no se ha permitido algo similar a Internet
puesto que según los jerifaltes "existe el peligro de que la información
se escape al control del partido". La sociedad nazi ha desarrollado un
programa educativo que naturalmente modifica la historia a su favor. La
superioridad de la raza y el odio hacia las denominadas razas inferiores -judíos,
gitanos, etcétera.- es inculcada a los estudiantes desde pequeños. Los ambientes
universitarios no se libran tampoco de estos condicionantes y la investigación
es dirigida hacia las premisas de la total superioridad de la raza. De hecho, en
este mundo se ha eliminado a los judíos, o al menos eso creen las autoridades,
y ha pasado lo mismo con árabes, africanos o polacos, aunque no en la misma
medida. Sin embargo, anecdóticamente, se habla de la selección brasileña de fútbol
que va a jugar la final de un mundial
contra Alemania. La televisión deportiva de este mundo alaba a los futbolistas
brasileños negros como verdaderos atletas y reconociéndoles la condición de
personas.
El
autor usa personajes históricos reales muy puntualmente y en breves pinceladas
sin influencia en la historia. Esto supone eludir un riesgo de intromisión de
los historiadores. Es una ucronía, pero le falta un componente histórico sólido
que a los amantes de este tipo de subgénero nos apasiona. Y es que, desengañémonos,
cuando leemos una ucronía siempre estamos intentando atrapar al autor en una
renuncia de calado, buscando grietas en el escenario, incoherencias en las
premisas para llegar a éste y fallos en el continuo histórico. Por eso
decepciona ver que no se consigue consolidar un hecho histórico alejado del
conocido y que el desenlace resulta reconocible para los lectores. Aunque los
hechos trascurren en otro lugar los acontecimientos son idénticos. ¿Estamos
ante una toma de posición de Turtledove sobre la inmutabilidad de la historia y
la repetición de los sucesos? Cabe
dentro de lo posible.
De peculiar y
desacertado puede denominarse el
tratamiento que se hace de los judíos. Da la sensación de que se trata de
reflejar soterradamente los peores estereotipos que de ellos se cuentan. En la
novela se narra que constituyen una especie de sociedad secreta, cosa que sería
normal para lograr la supervivencia, pero también se deja traslucir la
incapacidad de relacionarse, incluso para sobrevivir, con los gentiles. Siguen
siendo una "raza" pagada de sí misma y que mira con indiferencia e
incluso desprecio a las demás. La adaptación al entorno nazi es exclusivamente
de ocultación y de ayuda interna. Se diría que, intentando subrayar las
mejores características de la raza, éstas se vuelven contra los personajes al
reflejarlos demasiado "perfectos", por lo que se hacen antipáticos.
Resulta sorprendente una propuesta desarrollada con tanta candidez y estrechez
de perspectiva.
Si no fallida
totalmente, En presencia de mis enemigos se puede considerar una curiosa
y poco convincente reflexión sobre lo que podría haber sido un imperio basado
en el nazismo y que, afortunadamente, no fue.

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