Escribir
sobre la reciente novela de Javier Negrete en esta columna es hacer casi una crítica
de novedades, que parecen más propias de otros ámbitos de esta web. Pero,
teniendo en cuenta que es una ucronía en toda regla, considero oportuno aunar
la actualidad con la finalidad de esta columna. Por tanto vamos a analizar qué
hubiera ocurrido si Alejandro Magno se hubiera enfrentado a Roma, según la
versión que nos proporciona Javier Negrete.
En
primer lugar habría que decir que Roma sí se enfrentó al "imperio
griego", aunque no en tiempos de Alejandro. Sería unos cuarenta años
después cuando Pirro venció a las legiones romanas, primero en la batalla de
Heraclea y posteriormente en Áusculo, situada a unos ciento sesenta kilómetros
de la actual Tarento. En esa última batalla los griegos sufrieron tantas pérdidas
que el propio Pirro comentó: "Otra victoria como ésta y estoy
perdido". Desde entonces se conoce este tipo de acciones como
"victorias pírricas".
Pero volvamos atrás
y veamos cuales son las variaciones que nos ofrece Alejandro Magno y las Águilas
de Roma respecto de la historia real. Hay que considerar que el libro parte
de una hipótesis que hace sobrevivir a Alejandro a su muerte real. En 323 a.C.,
a los treinta y tres años de edad y después de conquistar el Imperio Persa,
moría en Babilonia el mayor conquistador que vieran los tiempos. Muchos
historiadores contemplan la posibilidad de que la muerte del Rey de Reyes fuera
motivada por la ingesta de un veneno. Otros atribuyen su muerte como
consecuencia de unas fiebres desconocidas. Javier Negrete utiliza el recurso del
veneno para salvar a su héroe modificando en ese momento toda la historia
posterior. Un médico, llegado directamente de Delfos, diagnostica el
envenenamiento y mediante su ciencia salva la vida del Rey. La acción se
traslada seis años en el futuro. Estamos en 317 cuando el ejército de
Alejandro se interna en la península Itálica. Allí, frente al Vesubio, va a
enfrentarse a las legiones romanas dirigidas por el dictador Lucio Papirio
Cursor en un memorable batalla recreada de manera magistral, pese a las
licencias propias de una historia novelada. El autor enfrenta dos maneras de
concebir la guerra. En realidad enfrenta dos mundos contrapuestos: el pujante de
la joven Roma y el ya afianzado y, por tanto en proceso de declive, Imperio
griego. Podríamos decir que se trata del enfrentamiento entre oriente y
occidente. Este enfrentamiento no se produjo en la magnitud descrita ni en ese
momento, pero las extrapolaciones son muy verosímiles y creíbles.
En esos años Roma
comenzaba a destacar como potencia hegemónica en Italia, aunque sufría reveses
militares severos. En 321, los samnitas aniquilaron a un ejército romano en Las
Horcas Caudianas. De este desastre Roma se recuperaría y emprendería una
conquista de toda Italia y posteriormente del resto del mundo conocido. La
premisa planteada supone que apenas cuatro años después del revés con los
sammitas, Roma es capaz de enfrentarse al mejor ejército del mundo en esa época,
e incluso vencer en ocasiones a los sarissas griegos. La actualidad de la novela
impide desvelar el final, pero si podemos efectuar un recorrido por los
escenarios que se contemplan en la historia.
Por una parte nos
adentramos en el ejército griego. Con una visión general de su campamento
base, conocemos cómo conviven todas las etnias griegas; los soldados de las
diferentes polis, desde los espartanos hasta los atenienses, pasando por los
macedonios y la famosa formación de Los Compañeros, el ejército de jinetes más
fiel a Alejandro. Por otro lado, y de nuevo a través de ojos griegos,
contemplamos la ciudad de Roma y su "sutil" democracia senatorial. Es
posible que las legiones romanas no existieran como tal en la época. Negrete
extrapola, y se arriesga indudablemente, enfrentando a la legión con la falange
griega. Tal vez ni una ni otra existieran en esa época, y desde luego es mucho
más improbable que llegaran a coexistir.
La conjugación de
personajes históricos reales con los meramente novelescos es una seña de
identidad del relato histórico. Indudablemente Alejandro Magno, el hijo de
Filipo de Macedonia, es uno de los protagonistas reales. Sobre él se arroja
mucha información al lector, sus conquistas, ser pupilo de Aristóteles y su
supuesto declive en los últimos días de su vida real y su profunda depresión
a la muerte de su amigo y "amante" Hesfestión. Otro personaje real es
una de las mujeres de Alejandro, Roxana, una princesa bactriana, que tendrá
mucha relevancia en la novela. Entre los personajes reales romanos encontramos a
Lucio Papirio Cursor. Este personaje fue cónsul cinco veces (la primera de
ellas en 333 a.C.) y dos veces dictador. Según las crónicas imponía una durísima
disciplina sus hombres, pero ganaba batallas. Él fue el continuador de las
guerras contra los sammitas consiguiendo grandes victorias. Un personaje curioso
es Gayo Julio César, se supone que un antepasado del famoso Julio César. Pese
a no ser el personaje real, este César reúne las mismas condiciones que su homónimo,
siendo buen tribuno, "galante" con las mujeres y "caballero"
con los prisioneros griegos.
Pese a que la historia reúne todos los elementos
para ser una ucronía, ésta pertenece al tipo que denomino "falsa ucronía" o
"ucronía falseada": la bifurcación histórica se produce como consecuencia de elementos ajenos a la
historia real -interviene un deus ex machina-, que hace que la continuidad
quede perturbada por una injerencia "ahistórica". Está
claro que Negrete planea una continuación a la misma, ya que en los agradecimientos habla de la continuación que titulará El último viaje de
Alejandro. Los elementos fantásticos disminuyen la fuerza de la historia,
puesto que las cosas no ocurren por el devenir propio del hecho histórico
modificado, sino que más bien parecen marcadas por un destino por encima del de
los hombres.
En todo caso, Alejandro Magno y las Águilas de Roma reúne tantos
elementos positivos que hacen de ella una de las historias ucrónicas más
importantes escritas en los últimos tiempos.
Archivo de
¿Y si...?
|