Cómo
no íbamos a dar una oportunidad a los descendientes del glorioso imperio
romano. No, no hablo de los inquilinos del Vaticano esta vez, sino de los
italianos en general. Dicen que los españoles tendemos a ser más papistas que
el Papa. Este aforismo, trasladado al mundo del heavy metal, se puede aplicar,
sin miedo de equivocarse, a nuestros vecinos orientales de la
bota. ¿Qué quiero decir? Pues que si en Alemania empieza a pegar
relativamente fuerte un estilo de heavy neoclásico, lleno de orquestaciones y
que toca con interés los temas de la más pura fantasía, entonces en Italia,
sin ningún tipo de rubor, se copia y se exagera hasta no poder más. Vamos, que
si tú tienes un Ibertrén y empiezas a ser el más popular del bloque donde
vives entre la chavalería, pues yo voy y consigo la colección entera de ibertrenes,
la de Scalextrix, la de los Playmobil y los Masters del Universo y los pongo
todos juntos para ser el que más no del edificio, sino del barrio entero y, si
cuela, de la ciudad; que si tú has pintado un cuadro de estilo barroco, yo te brocheo
toda una colección que ríase Velázquez, te he diseñado una catedral y ya
llevo la mitad levantada (en Marbella, claro), he compuesto dieciséis óperas
que harían empequeñecer a Mozart y, además, me pongo chorreras hasta en los
pijamas.
Coges la idea, ¿verdad? Así, encontramos bandas como
Rhapsody, que de pequeños y mayores leían sólo a Margaret Weis y Tracy
Hickman mientras ponían música clásica, a Iron Maiden e Yngwie Malmsteen a
todo volumen, coleccionaban espadas y se creían a lomos de dragones cada vez
que sus padres los sacaban de excursión en un Fiat más bien destartalado. Eso
o que pensaban que la partida de rol no se acababa cuando volvían a sus casas.
Pero de estos iluminados hablaré en otra ocasión, pues son los más conocidos,
posiblemente, de toda esa hornada dragonera.
Hoy vamos a dar la palabra a sus hermanos pequeños, pero no menos fantasiosos,
los chicos de Domine. Además, por otra razón de peso: porque, aparte de cantar
epopeyas a lo Dragonlance, se acuerdan de Robert E. Howard y su bárbaro más
famoso, y del albino rey hechicero de Michael Moorcock, Elric de Melniboné,
toda una obsesión para estos seres fuera del mundo real.
Domine
comienzan sus andanzas allá por mediados de los años 90 del siglo pasado y
debutan con un Lp mediocre incluso para ellos, Champion
Eternal (1997), y ya han editado cinco trabajos fonográficos. Rescataron a
toda una institución italiana en los 80, el vocalista Morby de Sabotage. Lo de
institución es ironía, porque no debía haber mucha más gente por aquel
entonces a la que le diera por esto (y menos con un apodo tan... tan pintoresco,
dejémoslo así), aparte de que nadie podrá mencionarte más de dos bandas
italianas de aquella época a no ser que seas italiano, digo yo. Eso sí, desde
que manoseas las carpetas de sus cd’s, te das cuenta que hay carnaza de la que
hablar en este Hangar, y es que las portadas a cargo de la artista Giovanna
Corsini nos retratan a un personaje enfermizo, albino, de ojos profundos, extraños
y desafiantes que blande una espada de aspecto ominoso y negra como el betún.
Vamos, que es la nueva imagen del replicante Rutger Hauer, Geralt de Rivia
metido a modelo o el mismo Elric que nos dio a conocer el escritor Michael
Moorcock. Va a ser esto último, me da a mí, porque las letras de sus canciones
lo mentan casi hasta la saciedad; no hay disco que no le haga un guiño en toda
regla al emperador melnibonés. De hecho, en su primer álbum, incluso, se
permiten el lujo de plagiar sin rubor en una de sus canciones ("Stormbringer")
el prólogo con el que empieza la novela Elric
de Melniboné:
"Ésta es la historia de Elric antes de que fuera
llamado Asesino de Mujeres, antes del colapso final de Melniboné. […] Ésta
es la historia de las dos Espadas Negras".
Para
qué voy a darle al coco si puedo, directamente, saquear despiadadamente la
fuente, se dirían los chavales. De todas maneras, lo aceptaré como homenaje
permitido. Como te decía, a lo largo de los discos de Domine aparecen Yyrkoon,
la Ciudad de Ensueño, los Reinos Jóvenes, Cymoril, el rey y la reina de las
espadas, Stormbringer (suena mejor que
la traducción española, Tormentosa), Arioch, la misma mención al Campeón
Eterno, del que Elric es una encarnación en el particular mundo ficticio de
Moorcock, etcétera. Un recorrido que los asiduos de Moorcock y Elric apreciarán
a modo de resumen y los no iniciados tendrán una primera piedra de toque o un
acicate para arrimarse al albino melnibonés. Hay que decir que Moorcock no es
que me haya entusiasmado con su Elric, en eso estoy de acuerdo con lo que dice
Alberto Cairo en su columna de Bibliópolis:
crítica en la red: tiene grandes ideas, jugosos ingredientes a los que el
escritor británico no llega a sacarle todo el partido posible o que prometían
en un primer momento mucho y que te dejan un regusto amargo al terminar. Eso no
pasa con Domine, pues ni me atraían sus argumentos ni me defraudó su música,
pues ya sabía yo que no me ganaría nunca (entre otras cosas porque oír el
clon de un clon de un clon es mucho cloneo
para el menda).
Pero no sólo de Moorcock viven los italianos, ¡claro que
no, por el Trono de Rubí! En su Lp Emperor
of the Black Runes (2004) nos deleitan con "The Aquilonia suite",
una intrincada composición en seis partes que nos retrata tanto al Conan
howardiano en su intención de coronarse rey como al Thulsa Doom del film Conan,
el bárbaro. Vamos, que no se enteran, que ni tiran por el personaje
literario ni por el cinematográfico, aunque tiene más pinta de esto último
(qué manía con incorporar a Thulsa Doom al mundo de Conan... ¡Kull, protesta
enérgicamente ya!).
También
se acuerdan de Clive Barker en "Midnight Meat Train", basada en un
relato homónimo del escritor americano y del cual se prepara un largometraje
para 2008 (espero que no tengan nada que ver en la banda sonora). Tranquilos, su
pericia lírica no da para revelar nada importante del argumento. Al menos,
estos son algunos de los ejemplos que trasladan desde la literatura. Sólo les
falta hacer otra suite basada en La Fundación de Isaac
Asimov para haber tocado los tres palos principales de la literatura fantástica.
Claro que también podrían variar un poco su propuesta musical para hacerlos
algo menos cansinos; aunque ellos dicen que su último disco es más intimista y
deja de lado las espadas (pero no del todo, no creas) y que la música es más
fresca y directa que en anteriores obras... Nada de nada, más de lo mismo; no
obstante, debo reconocer que han mejorado bastante desde su primer disco. A
pesar de todo, siguen siendo como leer un libro de D&D
con su propia banda sonora.
Por cierto, hay un mal extendido entre este tipo de grupos
y es que están todo el día posando con espadas que ya quisiera el Cid,
perdidos entre bosques frondosos o al pie de castillos medievales con cara de
"Estoy posando para el casting de la próxima película de Conan"...
¿Alguien sabe por qué? Como dirían aquellos hijos de Uderzo y Goscinny: ¡Por
Tutatis, están locos estos romanos (aunque sean de Florencia)!
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Hangar 18
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