Título
original: Zwartboek
País y año:
Holanda, Reino Unido y Alemania, 2007
Director: Paul
Verhoeven
Productores:
Teun Hilte, Marcus Schöfer, San Maltha, Jeroen Beker, Frans Gestel
Reparto: Dolf De Vries, Carice van Houten, Peter Blok, Waldemar Kobus, Diana
Dobbelman, Derek De Lint, Christian Berkel, Sebastian Koch, Halina Reijn, Thom
Hoffman
Paul Verhoeven fue para muchos de nosotros un titán del
cine de ciencia-ficción. Sus películas, críticas con la sociedad a la vez que
impactantes, incluyen la primera entrega de Robocop,
Desafío Total o la antibelicista Star
Ship Troopers. Ahora, tras languidecer algunos años, el director vuelve con
una cinta histórica que se desarrolla en su Holanda natal. No es la primera vez
que hace una película de esta índole, ya que en 1977 rodó Soldaat
van Oranje, con Rutger Hauer
como protagonista de una historia que tenía lugar en la Holanda ocupada.
La historia tiene lugar a finales de la II Guerra Mundial,
presentándonos a Rachel, una chica judía que intenta sobrevivir escondida en
una casa holandesa, a semejanza de Anna Frank y otros tantos fugitivos del
nazismo. En su periplo, Rachel verá la muerte de sus protectores y familiares,
colaborará con la resistencia holandesa y acabará siendo amante de un oficial
alemán. Todo con tal de sobrevivir un día más.
La
estructura de la película es interesante, puesto que muestra a dos mujeres que
se reencuentran Israel en algún momento a principios de los años 50. Son
amigas de los años de la guerra, y a modo de flashback
vamos a conocer su historia. El desarrollo de la historia es excelente, qué
duda cabe, y los continuos giros de la trama sorprenden y a la vez mantienen
pegado a su asiento al espectador. Tal vez, por poner alguna pega, decir que en
los últimos momentos de la historia en flashback,
una vez acabada la guerra, se suceden demasiadas cosas en demasiado poco
metraje, y uno se queda con ganas de haber visto tratados con más profundidad
algunos aspectos (por ejemplo, las razones para el colaboracionismo, o la
explicación que daban los traidores de la resistencia, etc.)
Como novedad, Verhoeven muestra algunas de las técnicas
que usaba la resistencia para transportar fugitivos (especialmente memorable es
la del ataúd), la negociación entre resistentes y nazis, o las disputas e
incluso traiciones dentro de la propia resistencia. Sin embargo, el espectador
aficionado a ver productos relacionados con la II Guerra Mundial encontrará en
general los mismos planteamientos que ya se vieron en películas como El
hundimiento o El pianista, o en series como Hermanos
de Sangre.
En
cuanto al tratamiento de personajes, aunque no se caiga en el dualismo
resistentes buenos-nazis malos, la película sí que trata a muchos personajes
con bastante simpleza: buenos y malos. La mayoría tendrán excusa para su
comportamiento, pero realmente nunca les veremos justificarse. Una vez conocemos
quien es el traidor de la resistencia, se comporta como un villano de opereta.
El nazi bueno, más que haber comprendido los desastres de la guerra,
simplemente parece tener una moral más elevada que el resto de sus compañeros.
Sólo Rachel va a mostrar realmente una complejidad asombrosa, llegado un punto
en el que no tiene claras sus prioridades, puesto que en apenas unos meses ha
sido fugitiva, resistente, amante de un nazi y espía.
Posiblemente el problema de la película sea la falta de
tiempo. Hay un plantel de personajes enorme, y aunque algunas veces sean
dibujados de forma algo simplista, Verhoeven va a tener capacidad más que
suficiente para describirlos perfectamente y hacerlos reconocibles al
espectador.
Finalmente,
y como auténtico punto fuerte de la película, creo que habría que señalar
que la cinta pretende mostrar las contradicciones de la II Guerra Mundial, y de
la vida en sí misma. Por ello, no hemos de extrañarnos cuando los resistentes,
por más que luchen contra los nazis, muestren cierto desprecio hacia los judíos.
Ni nos debe sorprender que un general alemán acabe colaborando con las fuerzas
aliadas contra los comunistas. El propio fin de la película, cuando descubrimos
que los israelíes viven en una auténtica fortificación que les defiende de
unos palestinos que la película no muestra, nos hace ver cómo las tornas
pueden dar la vuelta fácilmente.
En conclusión, tenemos ante nosotros una película que sigue la línea
que el cine de la II Guerra Mundial ha tomado en los últimos años, mostrando
la guerra como un conflicto desgarrador carente de épica e incluso de ideología.
José Joaquín Rodríguez
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