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Even Cowgirls Get the Blues
Even Cowgirls Get the Blues
Tom Robbins
Bantam Books, 1977







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Como la posterior Skinny Legs and All, esta novela de Tom Robbins contiene una sucesión de freaks alternativamente repulsivos y adorables, un completo desdén por lo que podríamos llamar una estructura novelesca "como Dios manda" y una arrolladora alegría de escribir. A todo esto hay que añadir ciertas ideas muy personales sobre la sociedad y el ser humano, que lamentablemente Robbins machaca con demasiado entusiasmo; Even Cowgirls Get the Blues es maravilloso en sus momentos más absurdos y concederemos que contiene algunas reflexiones muy válidas, pero se vuelve repentinamente pesado cuando a los personajes les da por pontificar.

La trama sigue las peripecias de Sissy Hankshaw, nacida con un defecto congénito, dos enormes pulgares que la convierten, inevitablemente, en la mejor autostopista del mundo. De hecho, desde su más tierna infancia hace autostop, pero no sólo se dedica a parar coches: el poder de sus pulgares es tan grande que puede parar cualquier cosa que se proponga. Tras una adolescencia traumática, Sissy escapa de casa y se dedica durante una década a alternar una vida de autostopista por las carreteras de los Estados Unidos (su verdadera vocación) con un trabajo ocasional como modelo para publicidad de productos de higiene femenina (como suena) producidos por la Condesa, un industrial homosexual que odia todos los olores femeninos.

Si hasta aquí la novela parece no tener pies ni cabeza, lo que sigue sobrepasa todas las expectativas. La Condesa posee un rancho llamado la Rosa de Goma (por su primer éxito de ventas), originalmente un centro de belleza para las usuarias de sus productos. A él llega un día Bonanza Jellybean, una chica que, como Sissy, tiene una vocación: nada menos que ser vaquera. Poco a poco, su insidiosa influencia convertirá la Rosa de Goma en un auténtico rancho de ganado con personal exclusivamente femenino, y aún más: un refugio para todas las mujeres que compartan su vocación. Cuando la Condesa envía a Sissy al Rosa de Goma para un período de descanso, poco imagina que está poniendo en marcha una revolución. En ella tomará parte el Chink, un viejo verde japonés y ermitaño que vive en una montaña cercana a la Rosa de Goma y que tiene un pasado fascinante. Huyendo de un campo de concentración de japoneses en la Segunda Guerra Mundial, dio con una tribu india oculta en las cuevas de las Rocosas que se llamaban a sí mismos el Pueblo de los Engranajes y que poseían una peculiar visión metafísica. Tras habitar con ellos veinte años, se mudó a su cueva sobre la Rosa de Goma para explorar esta visión. Con su divertida excentricidad y su insistente persecución de toda chica que se ponga a su alcance, el Chink es la estrella de la novela.

A pesar de la pléyade de personajes que habitan el libro, el argumento sigue principalmente la evolución de Sissy y su esfuerzo por encontrar un lugar en el mundo, bien realizando su vocación, bien renunciando a ella. A pesar de lo estrambótico de la trama y del enorme caudal de humor que Robbins aplica a describir las desventuras de su heroina, uno no puede evitar la sensación de que el autor desea transmitir un mensaje (con lo que empezamos mal), y que lo hace quizá con demasiada intensidad. Esto se hace evidente cuando unos personajes muy diferentes acaban utilizando el mismo tipo de discurso para referirse a sus problemas, lo cual es una torpeza por parte del autor y anima al lector a desconectar del libro.

No obstante, por su continuo humor, lo variado de las situaciones y la increíble capacidad de Robbins para sacar punta a todas las circunstancias de la vida, Even Cowgirls... es una novela que hay que recomendar. Existe además una versión cinematográfica con el mismo título dirigida por Gus Van Sant y protagonizada por Uma Thurman, y aunque no la he visto, lo cierto es que sabiéndolo resulta imposible no imaginarse a Sissy Hankshaw con los rasgos de la actriz, que debe haber hecho un buen trabajo adaptando la belleza, la extravagancia y el punto de tristeza del personaje.

Luis G. Prado

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