Tras la lectura de El Valle de los Lobos, me quedé tan intrigada con la continuación de la historia que, en cuanto me enteré de que tenía una segunda parte, no pude hacer menos que ponerme a buscarla de inmediato. A los pocos días, un ejemplar de La maldición del Maestro ya ocupaba otro lugar en mi estantería. Me pasó como con la primera parte, no pude dejarla hasta que la acabé.
La primera ley de una Escuela de Alta Hechicería es que un aprendiz no debe rebelarse bajo ningún concepto contra su Maestro o, de lo contrario, su maldición le perseguirá para siempre. Y eso era lo que Dana y Fenris habían hecho, por lo que según las leyes de la magia, estaban malditos. Ahora hay nuevos alumnos y la Torre sigue siendo una Escuela de Alta Hechicería activa. Salamandra, una muchacha con poderes extraordinarios sobre el fuego y que tiene el corazón dividido; Jonás, un muchacho inseguro que tiene pánico a los exámenes; Conrado, el típico chico que se encierra y dedica todo su tiempo a estudiar; y, cómo no, Morderek, el chulito con ambiciones ilimitadas que es capaz de hacer todo lo que esté a su alcance con tal de beneficiarse de ello. Éstos son los aprendices que tras la llegada de una nueva alumna, la princesa Nawin de los Elfos, y su tutora, una poderosa archimaga llamada Shi-Mae llena de oscuras ambiciones, verán alterada su vida normal en la Torre por la misteriosa desaparición de Dana, su Maestra. Tras la desaparición de ésta, Kai ya no puede ser visto ni oído por nadie, aunque por un pequeño error en un conjuro se hace visible también para Salamandra. Él, a través de Salamandra, convencerá a la mayoría de los alumnos para que le ayuden a salvar a la Señora de la Torre de un destino peor que la muerte.
En esta secuela de El Valle de los Lobos, Fenris consigue dominarse, dejando, en cierto modo, de odiarse a sí mismo. Este personaje creo que está tan logrado como en la novela anterior, o más. También Kai se lleva su parte, pues por fin consigue hacerse visible para todo el mundo, aunque con una forma poco convencional, pudiendo así quedarse en la Torre, al lado de su amiga Dana.
Esta novela es, si cabe, mejor que la primera (para que luego digan que las segundas partes nunca fueron buenas), aunque las dos son magníficas y, si tuviese que elegir entre ellas, sería incapaz de hacerlo, ya que sin la primera la segunda sería difícil de entender y sin la segunda me quedaría llena de dudas y cabos sueltos sobre la historia y el futuro de los personajes. También la he releído tantas veces como la anterior, y cada vez que lo hago disfruto como si fuera la primera.
Pactos de ayuda mutua entre espectros vengativos y poderosos archimagos, traiciones, venganzas, oscuras ambiciones, duelos mágicos, lugares entre la vida y la muerte, criaturas sobrenaturales, espíritus, dragones, elfos, hombres lobo y, sobre todo, mucha, mucha fantasía que hace que tu imaginación se desborde y te dejes arrastrar hasta este mundo mágico donde todo es posible y que está cargado de nuevas emociones y sorpresas.
Blanca Martínez
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