Sesenta escasas páginas le bastan al autor gaditano para
dejar claro el cariño que le une a un icono del cómic norteamericano como Spiderman. Este pequeño homenaje al personaje de moda del momento es un
recorrido no exhaustivo, pero sí emotivo, al periodo que abarca entre el Amazing
Fantasy nº 15 -cómic en el que nació de la mano de Ditko y Stan Lee-
hasta el Amazing Spiderman Annual nº 21, recogiendo los trescientos
primeros números de la colección madre, para muchos (incluido un servidor) la
etapa donde más definido quedó el personaje hasta que la vorágine
mercantilista difuminó la strip (como
muy bien la definiría Julián M. Clemente en las páginas de Spiderman bajo
la máscara).
No es un ensayo pormenorizado, como he dicho anteriormente,
pero sí es una manera de ver y sentir al adolescente que se esconde tras la máscara.
Rafael Marín, que como todos sabemos a estas alturas realizó su tesis
universitaria sobre los superhéroes Marvel, desmenuza línea tras línea los
entresijos argumentales de una serie que se prolonga cuatro décadas y pico
desde su nacimiento. No podemos buscar en El
superhéroe en nuestro reflejo un repaso intenso como hace Julián Clemente
en las dos ediciones de Spiderman bajo la
máscara o Spiderman: Historia de una
araña, o en La guía definitiva
-no tan definitiva- de Tom DeFalco, pero Rafael Marín es un excelente escritor
y narra con pulso firme y dinámico la evolución del personaje y su integración
en un entorno cultural y social que atañe a toda una época.
Referencias a clásicos de la literatura, al medio
audiovisual y, obviamente, al mundo del cómic rodean esta obra. Pero no nos
quedemos ahí y demos un paso más adelante; Marín integra al icono de la
editorial Marvel en cada parcela de tiempo por la que navegó la strip.
Y es que Peter Parker -o Spiderman, llámenlo como quieran- es un náufrago de
la vida misma. Desde sus orígenes dickensianos -no se me ocurre una mejor
manera para definir esos primeros treinta y ocho números de Amazing
Spiderman firmados por Steve Ditko y en menor medida Stan Lee- hasta la
explosión de referencias sociales que trajeron autores renovadores como el
propio Lee o Gerry Conway, unidos a dibujantes míticos como Romita Sr., Gil
Kane o Ross Andru, se encuentran fielmente reflejados en esta obra, todo ello
visto desde el genial prisma del autor gaditano. Desde el inicio del cuento de
hadas que convertiría al marginado Peter Parker en aquello que siempre deseó
ser hasta las revueltas estudiantiles, la adicción a las drogas, la denuncia de
la influencia de los medios sensacionalistas, la guerra de Vietnam, los
tejemanejes políticos, etcétera... todo está presente en este libro. Es una
obra llamada a convertirse en un documental televisivo. No se me ocurre otra
manera de definirlo. Mientras devoraba el libro, he descubierto a un Marín que
despliega una serie de imágenes que convierten al texto en algo más que un
ensayo teológico. El autor es una voz en off que articula hábilmente la
imaginería del lector. Qué interesante sería ver trasladado este trabajo
-quizás un poco más ampliado- a un documental televisivo, integrando imágenes
de la vida social norteamericana con escenas de Amazing Spiderman, en
ocasiones interesante reflejo de aquella misma sociedad.
Huelga decir que en un tiempo en que nuevos escritores
venidos de las series de televisión -una faceta audiovisual que parece estar
comiendo terreno al cine-, directores de cine, productores, diseñadores de
juegos informáticos y guionistas de series de dibujos animados tratan de
reflejar en diferentes medios la vida de Peter Parker, es precisamente desde
nuestra tierra donde mejor se esboza la síntesis de lo que es y de quién es
Spiderman. El superhéroe en nuestro
reflejo tendría que ser el Libro Blanco que Joe Quesada pusiera en manos de
cualquier escritor que decidiera coger las riendas de Amazing Spiderman o
de cualquiera de las series secundarias que forman la strip. Sintetiza perfectamente el espíritu del héroe trágico, el
drama de una vida nostálgica marcada por la picadura de la araña. Además,
plantea los grandes errores que los editores de la franquicia se encabezonan,
mes tras mes, en seguir ignorando: ¿Qué fue de aquella hija olvidada de Peter
y MJ? ¿Por qué no es creíble la relación matrimonial de Peter y MJ? Marín
nos recuerda que Amazing Spiderman una vez fue lineal, coherente en sí
misma y, sobre todo, que evolucionaba con el paso de los años; que los cómics
actuales se pierden en un dubitativo querer y no poder; que Spiderman es más
que un superhéroe, que el cómic nos cuenta la vida de un individuo marginado
que busca la integración en una sociedad corporativa y capitalista; que
Spiderman debe ser el héroe que refleje el cambio del tiempo, sin perder de
vista los valores que lo constituyeron. En definitiva, que el personaje debe
evolucionar y no quedarse estancado.
Es una pena que las series de Spiderman hayan perdido a un
cronista tan meritorio como Marín. En algunos aspectos se puede o no se puede
estar de acuerdo con el autor gaditano (para un servidor, Straczynski puede
haber sembrado la semilla para que Peter Parker mire hacia el frente en vez de
hacia atrás, lástima que ya se hable de que sale de las colecciones arácnidas),
pero no cabe duda que Rafael Marín es un gran contador de historias, un
cronista maravilloso de anécdotas, tiempos y metáforas que atañen a cualquier
ámbito de la sociedad, y así lo expone en Spiderman
el superhéroe en nuestro reflejo. Sólo cabe pedir al autor que se embarque
en una obra mayor, quizás dividida en sagas o etapas de autores, que nos
introduzca aún más en la psique de Peter Parker y nos la revele como nadie ha
hecho hasta ahora de la manera en que sólo él puede hacerlo. Y, sobre todo,
que algún productor de Canal Historia lea este artículo y se decida a llevar
el texto a un documental para la televisión.
David Mateo
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