En su viaje a Abarrach para aprender el arte de la nigromancia, el Señor del Nexo descubre que hay una forma más sencilla de lograr su propósito de apoderarse de los mundos. La Séptima Puerta, la cámara mágica que construyeron los sartán para dividir el Universo, todavía existe, y quien penetre en ella puede crear mundos... o destruirlos.
Haplo es la única persona que conoce su ubicación exacta, pero bajo ningún concepto se lo revelará a su Señor mientras esté con vida. Por ello, Xar envía un asesino patryn tras sus pasos con el encargo de llevarle su cadáver para someterlo a la nigromancia. El asesino es, ni más ni menos, que Marit, la patryn que Haplo ama y la madre de su hija. Hugh La Mano también va tras el patryn para cumplir el contrato que fijó con los elfos kenkari, y para ello la Hermandad de La Mano le provee de una antigua arma sartán, la Hoja Maldita, para que le ayude en su misión.
Por otro lado, Paithan, Aleatha, Ronald, Rega y Drugar, los mench que consiguieron entrar en una ciudadela de Pyran en La estrella de los elfos, reciben la inesperada e interesada visita de Xar, quien se ve atrapado allí por la magia sartán y con el mago chiflado Zifnab rondando por el recinto. Tras la inesperada puesta en marcha de la Cámara de la Estrella, Aleatha y Drugar consiguen averiguar el modo de hacer que la máquina funcione correctamente y los titanes dejen de asediarlos. El final es el que se hacía esperar desde el término del segundo volumen (La estrella de los elfos), sin tener mucho de novedoso.
Alfred, el torpe sartán de Ariano y Mago de la Serpiente, sigue siendo uno de los personajes más logrados, alcanzando ese logro su punto culminante en este sexto volumen de la saga, ya que en el séptimo lo único que hace es ser rescatado y exhibir sus poderes mágicos.
Hugh La Mano no puede morir (mejor dicho, no puede permanecer muerto)... y por consiguiente tampoco puede matar. De ahí a que sea incapaz de cumplir sus contratos, lo que le lleva a acompañar a Haplo al Laberinto para buscar al sartán (quien fue enviado allí por Samah en El mago de la serpiente) y sacarlo de allí.
Aun dudando de su lealtad hacia su Señor, Haplo no abandona la esperanza de que Xar caiga en la cuenta de su error y deje de lado a las serpientes dragón, regresando al Laberinto para ayudar a su pueblo en la batalla contra las maléficas criaturas que lo habitan. Como tampoco deja que su amor hacia Marit se apague por la traición, aún no descubierta del todo, de ésta hacia él y hacia el resto del grupo. El perro del patryn, como siempre, sigue llamando la atención por ser uno de los personajes más curiosos, y enigmáticos de toda la saga, sin llegar a saberse aún cuál es su papel en todo esto.
Con En el laberinto, el ciclo de la Puerta de la Muerte alcanza su cenit en cuanto a la calidad del argumento del relato y la dirección dada a éste, que hace que el lector vaya saltando con agilidad de un lugar a otro de los mundos sin que por ello se pierda la armonía de todo el conjunto del texto. Una narración bastante buena y precisa, sin las prisas que se aprecian en La Séptima Puerta para que los personajes lleven a cabo su misión. Por algo es considerado por los lectores el mejor de los siete volúmenes que componen la saga.
Blanca Martínez
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